Fe y Alegría Chad: echando raíces

Con el 80% de la población viviendo bajo el umbral de la pobreza, tres cuartas partes de los adultos sin alfabetizar y más del 60% de los jóvenes en la misma situación, Chad es el país que nuestros socios de Fe y Alegría eligieron a finales de 2007 para iniciar su andadura en África. Así nació Foi et Joie, en la región sureña de Guéra, con el objetivo de promover una educación de calidad, consciente, participativa y transformadora, que permita a crear una nueva sociedad chadiana más justa y solidaria.

Hoy, el trabajo ya se extiende a una red de ocho escuelas en comunidades rurales con vistas de ampliarse a 17, otra red similar en proceso de formación y un ‘foyer’ (hogar para jóvenes) con actividades de apoyo escolar. Además, se está avanzando en la creación de un “muy buen equipo” y existe una estrecha colaboración con la educación pública, cuyas autoridades locales tienen “mucho aprecio” a Foi et Joie. Nos lo han contado Nicolás Dorronsoro, director adjunto de Foie et Joie Chad y Beatriz Borjas, quien, como responsable de Formación e Investigación en Fe y Alegría Venezuela, apoyó durante unos meses al equipo.

 

La infraestructura de las escuelas comunitarias rurales muchas veces se reduce a una cabaña

 

Además de la presencia de la Compañía de Jesús allí desde hace más de 50 años, lo cual, como dice Nicolás, aporta un “muy buen conocimiento del terreno”, ambos están de acuerdo en que la principal fortaleza del proyecto es trabajar “dentro de una infraestructura que ya existe, que nos da un soporte: las escuelas comunitarias rurales”, explica Beatriz. “No hacemos un trabajo paralelo a la educación pública. Lo bonito es que estamos completamente ligados con el Estado”, dice también el director adjunto de Foie et Joie, con años de experiencia en África junto al Servicio Jesuita a Refugiados (JRS).

Este tipo de escuelas se sitúan en las aldeas. Los padres y madres de familia colaboran para construir las aulas y pagar a los maestros comunitarios, quienes por lo general no tienen formación más allá de la secundaria. El Estado paga a un maestro ‘formé’, o funcionario oficial con educación superior, que suele dirigir la escuela. En este escenario es donde Foi et Joie trata de mejorar la calidad de la enseñanza. Y es que, tras hacer “una foto de la realidad pedagógica” de los centros mediante largos test de capacidad a todos los profesores (formados y no formados), advirtieron un nivel “bajísimo”, cuenta Nicolás.


Unir aldea y escuela

La actividad es intensa: Se han mejorado las infraestructuras de varias escuelas para que los alumnos y alumnas no estén tan hacinados, se combina la formación de maestros y maestras de escuela Fe y Alegría con la de los funcionarios de la Delegación de Educación Nacional en Guéra, además de mantener periódicamente reuniones con los padres y madres de familia.

 

La aldea, la escuela, y la escuela 'injertada' en la aldea, en un mural durante la formación de directores

 

Éste es uno de los puntos más importantes para el éxito a largo plazo, como explica Dorronsoro: “Buscamos lugares donde hay más actividad y organización. Eso es vital a la hora de sacar adelante una escuela. Si tú la construyes y te vas del lugar, esa escuela se acaba cayendo. Por eso lo que hacemos es construirlas con la comunidad, que se lo crea, que participe mucho y sienta que es algo bueno, para así unir la aldea y la escuela. Donde no vemos este compromiso, estamos trabajando en sensibilización para conseguirlo”. Y es que “la colaboración entre los padres y Foi et Joie es el punto de partida de todo el trabajo”, advierte Beatriz.

A todo esto se suman las reuniones con el delegado regional de Educación, otro apoyo fundamental para estos primeros pasos en Chad. “Nos aprecia mucho, es un ‘forofo total’ de Fe y Alegría y gracias a eso tenemos un buen equipo, porque nos manda funcionarios (directores de escuela) muy válidos”, comenta Nicolás, satisfecho de esta buena relación a pesar de las diferencias en el plano confesional.

 

Los líderes comunitarios y padres de familia se implican en la gestión de las escuelas

 

Interculturalidad y género, los retos principales

Lo conseguido con este responsable de la administración, musulmán -como el 99% de la población de la zona- y capaz de valorar y apoyar el trabajo de Fe y Alegría, ilustra la aceptación y respeto que en general están encontrando nuestros compañeros en Chad. “La gente nos conoce y tiene una visión positiva de los jesuitas de la región. No tenemos problemas religiosos, de hecho desprendemos una imagen de tolerancia. Partimos de la base de que tenemos que adaptar nuestro mensaje al auditorio, y sobre todo que los niños y niñas sepan elegir y aprender”, explica Nicolás, haciendo hincapié en que todos los programas formativos son avalados por el Estado.

La diversidad lingüística, sin embargo, está resultando ser una realidad mucho más compleja a la hora de trabajar. El árabe chadiano y el francés son los idiomas oficiales del país, pero en Guéra esta segunda lengua, heredada de la época colonial, sólo lo hablan las personas alfabetizadas (una minoría), porque se aprende en la escuela. A esto se suman las lenguas locales, que son 35 en la zona. “Siempre vamos a necesitar gente en el equipo que hable árabe chadiano”, apunta Beatriz Borjas, ya que “ésta es la lengua vehicular”.

 

Lograr la permanencia de las niñas en la escuela es uno de los desafíos más importantes para Foie et Joie
 

Pero la gran “tarea pendiente” derivada del choque cultural en Chad es la integración de niñas y mujeres, tanto en el acceso a la educación como a nivel de participación social. Así lo explica nuestra colaboradora venezolana: “En los tres primeros años de escuela hay muchas niñas, pero cuando empiezan a crecer son un recurso de ayuda en la casa o en el campo: dejan de ir o empiezan a llegar tarde, ya no tienen tiempo para hacer los deberes, y avanzan más despacio”. El reto es, por lo tanto, lograr la permanencia de más niñas en la escuela. Pero también aumentar la participación de las madres en la gestión y seguimiento de las escuelas. “A veces las mujeres llevan la Tesorería, pero la gran mayoría son hombres”, describe Beatriz.

 

“Haciendo huella poco a poco”

Así, las sensaciones que nos han llegado desde Chad están entre el optimismo y la conciencia de un enorme trabajo por delante. “Tenemos inmensas posibilidades de crecer en el país y en toda África”, opina Beatriz, quien dice haber regresado “enamorada del proyecto”.

Pero hacer efectiva una mejora de la calidad educativa para las comunidades más pobres requiere años de esfuerzo. “El trabajo que hacemos es como la gota que va cayendo en la piedra y poco a poco va haciendo huella”, compara Nicolás. De momento, estas primeras gotas van llenas de ilusión y avances por el buen camino. De aquí en adelante, sólo queda seguir creciendo.