Liberia, un país que insiste en la paz

Ashley Gagné, responsable de incidencia del SJR en Liberia, ha declarado recientemente que "[los miembros del SJR] apremiamos a la comunidad internacional a facilitar el apoyo necesario al proceso de reconstrucción. La implicación financiera y humana es igualmente necesaria antes, durante y después de la crisis. De la reintegración pacífica y a tiempo de los ex-combatientes depende la estabilidad futura de la nación. Por ello debe financiarse y ponerse en práctica el programa de desarrollo educativo. La falta de este tipo de apoyo podría socavar la ya frágil paz".

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 Liberia es un pequeño país en África que tiene más o menos la superficie de Andalucía y una población en torno a tres millones y medio de personas. Un país que ha sido víctima de una guerra de 14 años de duración que se ha llevado por delante 250.000 vidas. Un país de una naturaleza riquísima que ha sido arrastrado a una pobreza difícil de relatar. Pero hoy Liberia vive en paz. Cuenta con la primera mujer presidenta de un país africano, Ellen Johnson-Sirleaf, que tiene el gran reto de reconstruir el país y alcanzar la reconciliación de la población. "Es frecuente encontrar carteles con mensajes como No luchemos más,  No más luchas, Reconstruyamos el país. La gente ha puesto toda su confianza en ella. Visitar un país que ha sufrido un conflicto bélico durante tanto tiempo es impactante porque no es fácil racionalizar y entender qué ha pasado.En otras situaciones de pobreza ves unas causas y unos efectos más o menos explicables; pueden tener una cierta lógica. Sin embargo, la guerra introduce un elemento de irracionalidad tan fuerte que me costaba entenderlo", reconoce

Ramón Almansa, Coordinador de Cooperación Internacional de Entreculturas, que recientemente ha viajado al país. "Lo que más me ha impactado", afirma Ramón, "ha sido la convivencia del drama, todavía presente, con la alegría y esperanza de la población".

Sirva una anécdota como ejemplo. "Visitamos un pueblo en el que el SJR hace un trabajo de acompañamiento. Al llegar comenzó la fiesta en la que las mujeres se pusieron a bailar alrededor nuestro durante 2 ó 3 horas de reloj. En ningún momento dejaron de bailar. En ese escenario de baile, alegría y celebración por nuestra visita, me llamó mucho la atención que la calle estaba llena de balas. Eso produce un contraste enorme".

"El nivel de devastación por la guerra me ha sorprendido", comenta Ramón, "me costaba hacer fotos de edificios porque prácticamente no había edificios en pie. Me impresionó lo tiroteadas que estaban las fachadas. En torno a ventanas y puertas de casas absolutamente normales veías una violencia desatada. Me preguntaba cómo esa casa podía tener 200 impactos de balas a pesar de no ser un objetivo estratégico. Prácticamente nadie en Liberia es ajeno al conflicto. Todo el mundo ha intervenido en él de alguna forma u otra. De ahí la dificultad de hablar con normalidad con la población acerca de los años de conflicto".

De su visita, Ramón trae a Entreculturas varios retos que nos plantea la labor del SJR. Una labor que "nos dejó fascinados por su pertinencia. Por estar donde no están otros. Mientras la mayoría de ONG trabajan en el eje de la carretera principal que es donde las comunicaciones son más fáciles, el SJR, como estrategia, decidió trabajar en pueblos más desatendidos. Aquellos pueblos que están a dos o tres horas en Land Rover hacia el interior donde prácticamente las infraestructuras no existen". Liberia_Ramon_2

Como consecuencia del conflicto mucha gente se fue a países vecinos y otra se movió dentro del país. Ahora llega el momento de reinstalarse en sus aldeas, en sus pueblos y de recuperar la normalidad. Para apoyar este proceso, el SJR está desarrollando tres programas centrados en temáticas diferentes. Hay un programa de reconstrucción de vivienda, un programa educativo y otro de acciones para la recuperación de capacidades agrícolas y ganaderas. 

Para realizar su labor, el SJR siempre trata de ganarse la aceptación y reconocimiento de la población acompañándola, siendo uno más de la comunidad. Esto lo ha logrado, en gran medida, gracias al programa de vivienda. "El SJR nos planteó la necesidad de reconstruir viviendas. Pensamos que era un campo que estaba fuera de nuestra línea de acción pero afortunadamente seguimos adelante. Cuando estás en el terreno entiendes que la reconstrucción de viviendas es la excusa para entrar en contacto con la comunidad y conocerla. El SJR, en su misión, habla del servir y acompañar", nos comenta Ramón. "Me llamó la atención que el jesuita que estaba al frente de la construcción de una escuela, un joven catalán, dormía allí. Él me dijo que si solamente participaba en la construcción, la escuela sería la escuela de Pau, pero que si se quedaba a dormir con las gentes de allí, la escuela pertenecía a toda la comunidad. En este caso, vi un ejemplo claro de que el acompañamiento del SJR no es retórico. Es un acompañar concreto, encarnado, que se duele con los más pobres".

En este programa de vivienda que tiene una componente muy fuerte de acompañamiento de las personas más vulnerables de las aldeas, el SJR proporciona la infraestructura asegurando que un carpintero del pueblo haga una estructura de madera suficientemente sólida. La comunidad asume el resto de la construcción. 

Por otro lado encontramos el programa educativo en el que se hace hincapié en la construcción de escuelas. El SJR hace mejoras en infraestructuras y se responsabiliza de la formación de maestros. Aquí, el reto de Entreculturas es incidir para que en esas aulas se imparta una educación de calidad. "He echado de menos el modelo educativo que desarrolla Fe y Alegría en América Latina con una búsqueda constante de la calidad en la educación que imparte", nos comenta Ramón.

Por último, el SJR lleva a cabo el programa de recuperación de capacidades agrícolas y ganaderas cuyo objetivo es aumentar la producción.

Liberia_Ramon_3   "Liberia es un país cuya naturaleza es de una generosidad desbordante. Yo les decía a mis hijos, ¿veis el pirulí de Madrid?, pues eso, con forma de árbol, son los árboles de Liberia. Una gran contradicción es que la guerra, durante 14 años, por una parte ha expulsado a sus gentes mientras, por otra, ha conllevado una cierta conservación del medioambiente. Ahora, aunque no hay hambruna, la población sí tiene necesidad alimenticia". Pero la estrategia de explotación agrícola que está llevando a cabo la población lo describe Ramón como "un modelo agresivo. 

Se hacen claros en la selva de dos o tres hectáreas, dejando en pie sólo los  árboles que tienen interés para la alimentación, como las palmeras de aceite. Todo lo demás se quema y se planta kashba, maíz, cacahuete, piña, arroz... A los seis meses se cosecha. Después se planta arroz y a los dos años el suelo es prácticamente  infértil. Se abandona y se va a otro lugar". En este punto, el SJR tiene el reto de articular una propuesta de conservación de suelos y de diversificación de cultivos.

La sociedad liberiana trabaja por asentar la normalidad y la calma que durante muchos años le ha sido negada y desde Entreculturas estamos determinados a apoyarles.>>