Una pequeña inmersión en los proyectos de educación técnica en Nicaragua

El colegio Roberto Clemente, de Ciudad Sandino, cerca de la capital nicaragüense, es uno de los colegios mejor equipados de Fe y Alegría y con una apuesta más clara por la profesionalización técnica de su alumnado. Con el apoyo de la Xunta de Galicia y Caja Madrid, este colegio ofrece la posibilidad de obtener el título de Bachillerato técnico en tres años e incluye prácticas en empresas. En el norte del país, se encuentra el IBRA, una escuela de secundaria que ofrece formación técnica agropecuaria, en sintonía con las necesidades y contexto de la zona en la que está situado. Otra de las escuelas que ofrece educación técnica es el colegio San Ignacio, situado en Somotillo, una ciudad al norte de Nicaragua ubicada en una de las zonas más pobres del país. En este colegio, a diferencia de los otros, ni el uniforme es obligatorio, ya que los padres muchas veces no tienen recursos para comprarlo. En este colegio, la costura y la cocina son las dos experiencias de educación técnica más desarrolladas. Y, finalmente, en el colegio Materae, cerca de Managua, hay un aula equipada con más de treinta ordenadores a través de la cual los alumnos y alumnas se forman en computación.

 

 

Según relata Anna, "uno de los aspectos más impactantes del viaje fue, por una parte, ver la vocación de todos y cada uno de los maestros que conocimos y, por otra, la calidad personal y técnica de los alumnos y alumnas de Fe y Alegría". Los maestros, una profesión poco valorada económica y socialmente en Nicaragua, están comprometidos con su país a través de la escuela, y, de hecho, muchos de ellos, son antiguos alumnos de Fe y Alegría.


El director de Fe y Alegría Nicaragua, Fernando Cardenal, explicaba: "La educación técnica en Nicaragua tiene dos problemas: el primero es que no goza de prestigio social, y el segundo, es que es una educación cara".

Es por ello que el empeño en cambiar esta visión es profundo y el esfuerzo para procurar una educación técnica de calidad es creativo a la vez que titánico.

Tanto Miner, como Xoxé Luis y Anna, coinciden en reconocer que "a través de este viaje el eslogan de Entreculturas `Escuelas que cambian el mundo´ tomó cuerpo, ojos y cara".